En los últimos meses, un año tal vez? Como un globo de ensayo que si revienta, le ponemos otra vez hidrógeno o lo dejamos desinflado a un costado del camino, un señor atildado, de bigotitos impertinentes, bien trajeado, bien hablado y pensamiento híbrido, se presentó a los medios, se sentó con Mirtha Legrand, se mandó a hacer millones de afiches y repartió dinero al por mayor, para pintadas y camisetas.
Todo esto para decirnos a los argentinos (crédulos y mansos) que no dudáramos en votarlo para presidente de todos nosotros. El mensaje subliminal era, que si podía hacer todo esto con plata de la provincia de Neuquén (es gobernador de esa provincia) lo que no haría con la plata de todos nosotros.
La reflexión inmediata, es que si los neuquinos son timables (es decir se les puede timar) (es decir se puede disponer de sus bienes y hacienda) los argentinos, que no vivimos en Neuquén , también seremos esquilmados en bienes, hacienda y esperanzas.
Hay un viejo adagio o axioma o verdad popular que dice que todos tenemos un muerto en el placard.
Se refiere, claro está, a los hombre y mujeres públicos, políticos o comunicadores, deportistas o dirigentes, que tiene algo que esconder y no son precisamente ropas.
Mientras buscábamos el muerto en el placard de Sobisch, tal el nombre del personaje que nos ocupa, el mismo gobernador ( cobra por ello, medra con ello) de la provincia de Neuquén, en campaña electoral para este año, se encargó de mostrarnos su modernidad, su avanzada.
El no oculta su muerto, lo tiene en vivo y en directo y para la televisión del mundo.
El muerto de Sobisch es un maestro. Un protestador desarmado. Un señor, que no tuvo mejor idea que pretender cortar una ruta, exigiendo un mejor salario. La misma ruta que lleva a los colegas de Sobisch (de clase alta, la mayoría ricos, gozando del dinero que le falta al señor que corta la ruta) a los centros turísticos
Todo esto para decirnos a los argentinos (crédulos y mansos) que no dudáramos en votarlo para presidente de todos nosotros. El mensaje subliminal era, que si podía hacer todo esto con plata de la provincia de Neuquén (es gobernador de esa provincia) lo que no haría con la plata de todos nosotros.
La reflexión inmediata, es que si los neuquinos son timables (es decir se les puede timar) (es decir se puede disponer de sus bienes y hacienda) los argentinos, que no vivimos en Neuquén , también seremos esquilmados en bienes, hacienda y esperanzas.
Hay un viejo adagio o axioma o verdad popular que dice que todos tenemos un muerto en el placard.
Se refiere, claro está, a los hombre y mujeres públicos, políticos o comunicadores, deportistas o dirigentes, que tiene algo que esconder y no son precisamente ropas.
Mientras buscábamos el muerto en el placard de Sobisch, tal el nombre del personaje que nos ocupa, el mismo gobernador ( cobra por ello, medra con ello) de la provincia de Neuquén, en campaña electoral para este año, se encargó de mostrarnos su modernidad, su avanzada.
El no oculta su muerto, lo tiene en vivo y en directo y para la televisión del mundo.
El muerto de Sobisch es un maestro. Un protestador desarmado. Un señor, que no tuvo mejor idea que pretender cortar una ruta, exigiendo un mejor salario. La misma ruta que lleva a los colegas de Sobisch (de clase alta, la mayoría ricos, gozando del dinero que le falta al señor que corta la ruta) a los centros turísticos
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