Tuesday, June 24, 2008

El reino del señor (y la señora)


Corría el mes de Octubre de 2007. En Anitnegra era primavera. Aprovechando el mes de las flores y el amor, Rotsen regaló a su amada esposa Anitsirc lo que ella siempre había deseado, el trono. Aclamado por su pueblo que reconocía en aquel soberano hijo de Atup (su madre) el hacedor de la felicidad de todos, cumplió de todas formas con las reglas del reino y mandó a realizar una lobotomía popular, que por motivos ignorados, alcanzó a un porcentaje ínfimo de la grey. Así y todo, Anitsirc pudo cumplir su sueño y comenzó, dos meses después, la tarea de pulir la obra mayúscula de su antecesor: fin de la oprobiosa deuda externa, saldo y retazo de la deuda interna, distribución de los excedentes comerciales, créditos bancarios con tasas de Indec, exploración y explotación de la penúltima cuenca petrolera, la tierra para el que la trabaja, educación pública gratuita, fin (por fin) del trabajo infantil y adolescente, erradicación (casi, falta muy poco) de la pobreza, la indigencia, la inopia, la asepsia, la delincuencia y casi todo lo que termina en ia. Estaba en eso, en pulir, cuando de pronto 4, sí, escuchó bien, cuatro, IV, malhechores, desharrapados (2 de ellos) apóstatas, cerberos del infierno, tuvieron la malhadada idea de revelarse (sic en el original) y llamaron a un preciso, quirúrgico casi, golpe de mando (de estado le dicen aquí) para terminar con todos los beneficios, bien llamadas conquistas sociales, que el hijo de Atup y su cónyuge consorte habían derramado sobre la gleba (sic en la copia). Por suerte, para todos, Omixam, el vástago delfín, nieto de Atup y el profesor Ailed (un asceta tántrico) encabezaron rápidamente la defensa, organizaron los cuadros y salieron a la calle en defensa de todo lo que enumeré ut-supra (en latín en el original). La soberana hija, hermana, prima y pariente de los Zednanref (casta superior originaria de la península hibérica (con hache en el borrador) poseedores de un rasgo característico que los encumbra por sobre los súbditos del reino, su apellido) subió a su trono en repetidas ocasiones para tranquilidad de la plebe y en un último gesto magnánimo, llamó a los 4 sublevados, tendió sobre ellos su manto conciliador y los invitó, enérgica pero amablemente a concurrir a las numerosas tiendas de campaña, armadas ad-hoc en la antigua plaza gris, donde escribas, amanuenses y eruditos, instruían al pueblo sobre cuestiones tan disímiles como "estrategia conciliadora del puño de hierro" "táctica de la dilación" "planes de trabajo en la monarquía distributiva" y "oratoria de tono mayor" este último un curso acelerado de poesía menor, amenazadora y descalificadora, a cargo del bufón Onerom.
No sabemos aún el final del cuento, pero descontamos el éxito de los reyes y la rendición incondicional del sentido común.

3 comments:

Ricardo D. Martín said...

¡Qué lo parió!

Anonymous said...

Cuando recuerdo que nos quedan 3 años y medio de estos personajes me quiero c%&$"!r la p%#a!!!

angélica beatriz said...

Hola querido Dante, ¿o Leo?

Te agradezco tus palabras tan bellas en mi blog. Las guardaré conmigo.

Te seguiré visitando. Espero me acompañes de nuevo.

Un beso grande para ti.