Saturday, September 23, 2006

CRONICAS, DIA 46

Siempre empiezo una nueva semana con mas brío, con infundadas esperanzas, con la ilusión de que todo va a ir mejor. Huelo, esto es una rara habilidad, que no me ha servido para nada, pero huelo, cuando algo va a suceder. Normalmente contrario a mis intereses o necesidades, pero lo huelo. Esta semana algo va a pasar, no se qué, pero lo huelo. No tengo más la camioneta japonesa asi que voy a X en un viejo Torino que me prestó un amigo que vende autos. Hago los 50 kilómetros que me separan de la incertidumbre y llego a eso de las 9,30 de una linda mañana, sin viento, sin nubes, mientras hago la enumeración, me doy cuenta de que no hay nada más que el sol tibio, el paisaje desolador hacia el oeste, prometedor hacia el este donde las montañas espían el pueblo desierto. En la inmensa casa que rodea el almacén de ramos generales, almacén que estaba incluído en el paquete de acopio de cereales y dos surtidores de combustible, hace un frío sepulchral. Voy hasta la habitación del frente para encontrarme con la gata que controla la natalidad ratonil, ronrronea y se frota contra mis pantalones en señal de falsa amistad. En la cocina una inmensa pava de aluminio se calienta sobre la económica, esperando el rito del mate. Me siento en uno de los bancos de madera, en la calabaza, regalo de “susempleados”, pongo la yerba, introduzco la bombilla y pruebo en la punta del dedo la temperatura del agua de la pava., el piso de tierra de la cocina queda acribillado de gotas formando una superficie lunar de pequeños cráteres marrones. Inmediatamente después del primer sorbo, entra D a la cocina y me avisa: “Hay unos hombres que quieren verlo” la miro a los ojos y espero el “patrón” que no llega nunca. Me hubiera gustado esa época de patrones y peones, cocineras, mozas y mayordomos y capataces, no hace tanto tiempo atrás a mi padre lo llamaban patroncito, gente que podía ser padre o hermano de él, usaba el diminutivo que sonaba a peyorativo, sobre todo teniendo en cuenta la corpulencia del viejo.Deciles que ya voy, susurré, mientras paladeaba el agua caliente, verde y amarga. A su tiempo enderecé para el almacén, dos hombres, uno con aires de suficienca y el otro de timidez, vestidos con sendos trajes baratos, lentes montados y carpetas en sus manos, procedieron a leer, para toda la concurrencia que en esos momentos era los dos dependientes, el viejo balancero y un par de señoras, que con aire de abstracción saboreaban cada palabra de uno de los hombres. En autos, a foja, procedo, embargar,bienes. Hacen la lista y el auto, marca, patente.. no, no es mío, no importa, pero cómo?, la ley. Por favor, firme acá. No firmo nada. Sin hacer ruido y creo que sin saludar los hombres dieron media vuelta y se fueron, el deber cumplido,cien años más viejos, ignorando lo que les esperaba al fin de los días, cuando un señor de barba blanca y dedo acusador les negaría la entrada a los cielos. Que macana, el Torino embargado y no es mío, pobre R, tendrá que visitar los Tribunales, ya saben, un lugar que se parece demasiado a la iglesia, te vas a confesar, pedís perdón y te lo dan una vez que pagás.Les dije que huelo cuando algo va a pasar, no importa el tamaño del acontecimiento siquiera si es bueno o malo. Comienza una semana más, recién estamos a lunes y todavía es de mañana. Saco pecho, termino los mates casi fríos y voy al campo, siempre hay alguien que necesita de mis servicios. Buen día buen hombre, que se le ofrece? Pasaba por aquí, don y pensé: es tarde para el arrepentimiento., pero no es bueno arrepentirse, de arrepentidos está lleno el reino de los infiernos. Arrepentirse es de cobardes. Si algo salió mal, lo lamento, no fué mi intención o sí, a lo mejor lo hice adrede, pero mientras lo hice lo disfruté, cuando caía en picada desde 500 mts de altura, pensaba lo lejos que estaba el suelo.

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